La contingencia por la pandemia de Covid 19 ha obligado a la industria educativa a reformular sus procesos de enseñanza de la noche a la mañana; sin embargo, de cara al inicio del próximo ciclo escolar es necesario hacer una evaluación para entender cómo las escuelas deben prepararse para una realidad que llegó para quedarse: las clases híbridas .
Señalado por autoridades de todo el mundo como la mejor opción para tratar de dar cierta normalidad al proceso de enseñanza-aprendizaje, para muchas escuelas el modelo híbrido de educación representa todo un reto por sus propuestas innovadoras aparentemente arriesgadas. Pero en esta suposición es en donde radica el fracaso de las instituciones atrapadas en modelos que, en el mejor de los casos, tienen décadas de atraso. La base del éxito es el modelo educativo híbrido.
¿Qué es el modelo educativo híbrido?
El modelo educativo híbrido, mixto o b-learning es una herramienta teorizada y desarrollada desde finales de la década de los 90 como una de las formas de educación semiescolarizada en el nivel superior. Con su estructura flexible, ayudó a fortalecer la comprensión de conocimientos que no podían abordarse de manera presencial por restricciones de tiempo.
La educación híbrida combina las clases presenciales y las clases a distancia (por computadora, televisión o radio). Los adelantos tecnológicos han permitido que la educación híbrida se enriquezca, ofreciendo fortalezas que en la educación a distancia pueden encontrar obstáculos de infraestructura o capacidad operativa.
Ventajas del modelo educativo híbrido
Tras décadas de práctica, este modelo debería estar arraigado en el proceso educativo de cualquier institución, principalmente en las de nivel superior, y su regreso al debate público como parte de las medidas de prevención de contagios no se debe relegar a una mera herramienta de emergencia. El modelo híbrido será cada vez más necesario a medida que una población creciente exija acceso a educación especializada, en una espiral que obligue a las escuelas a innovar para sobrevivir.
La flexibilidad de la educación híbrida se refleja también en la variedad de opciones que las escuelas pueden adoptar dentro de este modelo. Estas son tres de ellas, que seguramente veremos en muchas instituciones en el próximo ciclo escolar.
Rotación por estaciones
Las escuelas pueden dividir una clase en varios grupos o estaciones de trabajo. Por ejemplo, con la mitad de la clase en formato presencial y el resto a distancia. Este modelo no solo permite reducir los contagios en un aforo limitado, sino explotar al máximo los recursos del aula o laboratorio, reduciendo costos tanto para los alumnos como para la escuela. Además, se puede combinar con otros modelos híbridos en los que el alumno explote habilidades de investigación previas a su llegada al aula.
Clase invertida
Este modelo va de la mano de un cambio en la dinámica alumno-profesor, en el que la educación deja de ser un proceso vertical para convertirse en una dinámica horizontal, con una inmersión total del maestro en el aprendizaje de los alumnos. En la clase invertida la escuela se convierte en el espacio donde el profesor evalúa el desarrollo de las habilidades del alumno en temas que ya han sido estudiados previamente en casa.
Así, los alumnos pueden fortalecer su capacidad de análisis de la mano de herramientas tecnológicas que muchas veces, por límites de espacio y capacidad operativa, no pueden utilizar en la escuela.
Laboratorio de rotación
En este modelo se conforman estaciones de trabajo que alternan la teoría y la práctica de un tema. En la primera estación los alumnos pueden estudiar y analizar los aspectos teóricos de un tema desde casa, con el seguimiento constante del profesor. Mientras tanto, la estación práctica ejecuta los experimentos necesarios que luego reforzará en el trabajo en casa.
Estas modalidades son básicas para cualquier escuela de educación superior, y su correcta aplicación se refleja no solo en el desempeño de alumnos y maestros, sino en el devenir de las mismas instituciones educativas.
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